Nadie sabe con certeza cómo o cuándo se formó la Fraternidad Masónica. Una teoría ampliamente aceptada entre los eruditos es que surgió de los gremios de picapedreros durante la Edad Mediana. El lenguaje y los símbolos utilizados a los rituales de la fraternidad provienen de esta época. El documento más antiguo que hace referencia a los masones es el Poema Regius, escrito alrededor del 1390. Este documento, junto con el Manuscrito de Cook escrito entre el 1410 y el 1420, forman el que se denomina Freemasonry’s Gothic Constitutions, su primer corpus escrito.
En 1717 cuatro logias de Londres formaron la primera Gran Logia. Són momentos donde los filósofos y pensadores de la época avanzan hacia el laicismo y el antropocentrismo. El ser humano vale como individuo. Años atrás, René Descartes pronunció la famosa frase “Pienso, por lo tanto existo”. El empirismo y el racionalismo dominaban el pensamiento filosófico de la época.
Fue el 1723 cuando 24 logias hicieron una asamblea en Londres y aprobaron las Constituciones de Anderson, documento considerado como el más importante en el nacimiento de la Francmasonería Moderna (llamada Especulativa o Aceptada). Es el nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
La “nueva Francmasonería” ya no tiene como objetivo la construcción de bienes materiales, sino bienes espirituales, el perfeccionamiento del individuo y de la humanidad en general. Se abre la puerta a “obreros especulativos”. Ya no hace falta que sean técnicos o especialistas en el arte de la construcción, sino que ahora puede ser masón cualquier persona que aporte su intelecto y su voluntad de crecer ética y moralmente por el bien de la sociedad en general.
Algunos historiadores vinculan el nacimiento de la Orden de la Francmasonería con la Royal Society of London, fundada el 1660 es considerada la sociedad científica más antigua del mundo. Muchos de los primeros Grandes maestros eran miembro de ambas instituciones. Se calcula que el 45% de los miembros de la Royal Society eran miembros de la Hermandad Francmasonica.
La masonería nació rodeada de ciencia, filosofía racional y una tendencia asociativa.
Al cabo de tan solo treinta años, la fraternidad se había extendido por todo Europa y en las colonias americanas e indias.
A lo largo de los siglos, la masonería ha acontecido una fraternidad mundial que enfatiza el estudio personal, la superación del individuo y la mejora social a través de la participación individual y la filantropía. Desde su creación ha sido una de las organizaciones responsables de difundir los ideales de la Ilustración: la dignidad del hombre y la libertad del individuo, el derecho de todas las personas a practicar el culto religioso que quisieran, la formación de gobiernos democráticos y la importancia de la educación pública. Los masones apoyaron las primeras escuelas públicas, tanto en Europa como América.
Entre los siglos XIX y XX la masonería creció de manera espectacular. En aquel momento, los gobiernos no habían proporcionado ninguna “red de seguridad” social. La tradición masónica de fundar orfanatos, hogares para viudas y hogares para gente mayor, brindaba la única seguridad que mucha gente conocía.
Los cuatro millones de masones en todo el mundo continúan ayudando hombres y mujeres a enfrentar los problemas del siglo XXI, construyendo puentes de hermandad e inculcando en los corazones de los hombres ideales para un mañana mejor.
Nadie sabe con certeza cómo o cuándo se formó la Fraternidad Masónica. Una teoría ampliamente aceptada entre los eruditos es que surgió de los gremios de picapedreros durante la Edad Mediana. El lenguaje y los símbolos utilizados a los rituales de la fraternidad provienen de esta época. El documento más antiguo que hace referencia a los masones es el Poema Regius, escrito alrededor del 1390. Este documento, junto con el Manuscrito de Cook escrito entre el 1410 y el 1420, forman el que se denomina Freemasonry’s Gothic Constitutions, su primer corpus escrito.
En 1717 cuatro logias de Londres formaron la primera Gran Logia. Són momentos donde los filósofos y pensadores de la época avanzan hacia el laicismo y el antropocentrismo. El ser humano vale como individuo. Años atrás, René Descartes pronunció la famosa frase “Pienso, por lo tanto existo”. El empirismo y el racionalismo dominaban el pensamiento filosófico de la época.
Fue el 1723 cuando 24 logias hicieron una asamblea en Londres y aprobaron las Constituciones de Anderson, documento considerado como el más importante en el nacimiento de la Francmasonería Moderna (llamada Especulativa o Aceptada). Es el nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
La “nueva Francmasonería” ya no tiene como objetivo la construcción de bienes materiales, sino bienes espirituales, el perfeccionamiento del individuo y de la humanidad en general. Se abre la puerta a “obreros especulativos”. Ya no hace falta que sean técnicos o especialistas en el arte de la construcción, sino que ahora puede ser masón cualquier persona que aporte su intelecto y su voluntad de crecer ética y moralmente por el bien de la sociedad en general.
Algunos historiadores vinculan el nacimiento de la Orden de la Francmasonería con la Royal Society of London, fundada el 1660 es considerada la sociedad científica más antigua del mundo. Muchos de los primeros Grandes maestros eran miembro de ambas instituciones. Se calcula que el 45% de los miembros de la Royal Society eran miembros de la Hermandad Francmasonica.
La masonería nació rodeada de ciencia, filosofía racional y una tendencia asociativa.
Al cabo de tan solo treinta años, la fraternidad se había extendido por todo Europa y en las colonias americanas e indias.
A lo largo de los siglos, la masonería ha acontecido una fraternidad mundial que enfatiza el estudio personal, la superación del individuo y la mejora social a través de la participación individual y la filantropía. Desde su creación ha sido una de las organizaciones responsables de difundir los ideales de la Ilustración: la dignidad del hombre y la libertad del individuo, el derecho de todas las personas a practicar el culto religioso que quisieran, la formación de gobiernos democráticos y la importancia de la educación pública. Los masones apoyaron las primeras escuelas públicas, tanto en Europa como América.
Entre los siglos XIX y XX la masonería creció de manera espectacular. En aquel momento, los gobiernos no habían proporcionado ninguna “red de seguridad” social. La tradición masónica de fundar orfanatos, hogares para viudas y hogares para gente mayor, brindaba la única seguridad que mucha gente conocía.
Los cuatro millones de masones en todo el mundo continúan ayudando hombres y mujeres a enfrentar los problemas del siglo XXI, construyendo puentes de hermandad e inculcando en los corazones de los hombres ideales para un mañana mejor.